3 feb 2008

En compañía de gorriones

Ella era de natural libre. Como lo es el viento, o simplemente como lo es un gorrión. Ella se había topado en su vida con mucha gente que no había sabido entender su naturaleza, que no había sabido leer su carácter, y que no habían comprendido jamás que hay cosas que no se piden, sino que simplemente se dan sin esperar nada a cambio, y sólo cuando quien las otorga siente que así ha de hacerlo, o que así lo desea. Así, se había convertido en huidiza y volantona, porque del mismo modo que les sucede a los gorriones, si viven enjaulados, privados de su libertad acaban muriendo de tristeza tras pasar por una fase histérica de ansia de cielo azul. Estos, que tan bien se desenvuelven entre los hombres de quienes dependen y a quienes siguen allá donde se establecen, no soportan sin embargo que los humanos los encarcelen ni priven de su libertad.

Esto él lo sabía bien. Y sabía también que la mejor forma de relacionarse con el pajarillo no era enjaularlo para tenerlo a merced, a disposición del captor siempre que quisiera, sino muy al contrario, dejarlo libre y ofrecerle cada día las mejores migas de pan para que fuese la gorriona quien, libremente, viniese cuando gustase a comerlas en su compañía mientras él se deleitaba sólo con ello.

3 comentarios. Deja alguno tú.:

La Lola dijo...

Libertad... aún existe... Me gustó tu espacio ....

Mil besos...

Anónimo dijo...

Me estoy haciendo adict@ a tu blog...
No hay nada como una buena lectura después de un día duro.
Espero que la gorriona siga volando... mientras él espera incondicionalmente.
Saludos

Anónimo dijo...

Cuánto tiempo...
Y sí, la libertad existe, incluso para renunciar a ella y enjaularse, pero acaba siendo un error.
La libertad debe seguir permaneciendo en libertad para ser feliz. Dichoso de aquél que lo descubre.

Un beso.

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