15 jun 2005

Ceguera crónica

Dice un dicho que no hay mayor ciego que quien no quiere ver, ni mayor sordo que quien no quiere oír. ¿A qué viene todo esto? Llevo un par de días leyendo declaraciones de fans acerca de la absolución del artista antes conocido como Michael Jackson en el caso que ha dado la vuelta al mundo dada la afinidad y el refinado gusto de este personaje por compartir lecho (en el mejor de los casos) con púberes obnubilados por la luz irradiada por la estrella.

Lo curioso de todo este tema es que los fans del artista antes conocido como Michael Jackson, que se supone son fans de su música, y no de su persona (se supone), no dejan de justificar la inocencia del procesado con afirmaciones como la que hace Toni Arias, AKA Xtarlight (jarl...) que dice cosas como:
"Michael es un grandísimo artista y su carrera seguirá adelante."
De modo que del hecho de que es un grandísimo artista se colige el hecho de que tiene que ser inocente y salir adelante. También dice este señor que a juzgar por las letras de sus canciones, estaba convencidísimo de que iba a ser declarado inocente. A Dios gracias que de personsas con tanto criterio no dependen las decisiones judiciales, ya que me cuesta trabajo imaginar una forma de pensar más parcial, interesada y contaminada que la que muestra Xtarlight. Leer las respuestas que da Don Xtarlight a los internautas en el encuentro digital organizado por el Diario El Mundo es en algunos casos para que te entre la risa floja.

Juzgar a la gente por lo que deja escrito o cantado públicamente es un error de base, porque el Sr. Xtarlight no parece darse cuenta de que una canción no deja de ser un artículo comercial, que busca ser aceptado por su público objetivo, y que no necesariamente tiene que ser algo que sienta dentro el artista. Máxime cuando no se puede decir que el artista al que hacemos mención sea un cantautor al estilo de Joaquín Sabina.

Lo cierto es que el artista antes conocido como Michael Jackson es una especia de Humbert Humbert venido a menos, con mucho menos estilo que el original, por supuesto, y bastante más marrano. Y en mi opinión se ha librado por los pelos seguramente debido a una actuación magistral de su defensa y no quiero pensar que haya habido "tongo" de alguna manera con los miembros del jurado. Parece más que claro que a este elemento le gustan los niños más que a un tonto un lapicero. Conozco mucha gente que disfruta jugando con niños, pero ninguno de ellos se los lleva a la cama.

El artista antes conocido como Michael Jackson da claras muestras de una perturbación mental. Se presenta a un juicio en pijama (sí, estaba ingresado, pero nada le impedía ponerse un traje, carajo). Va con mascarilla por la calle, asoma a un bebé neonato por un balcón, dice que jamás se ha operado y que simplemente va cambiando (como si fuese un Transformer), afirma que tiene el ataque de vitíligo más salvaje de la historiografía médica, ya que no le queda ni un centímetro cuadrado negro, y además ha sido el vitíligo más raro del mundo, ya que ha ido progresivamente aclarando la piel (sospechoso), cuando el vítiligo DE VERDAD deja manchas ABSOLUTAMENTE BLANCAS y con una clara demarcación entre zonas afectadas y no afectadas, no de forma progresiva. Se pone una mascarilla para ir por la calle... La lista de excentricidades es interminable. Pero no pasa nada, ha habido muchos excéntricos en la Historia, todo depende del dinero del que se disponga para dar rienda suelta a una imaginación caprichosa. Dalí era un excéntrico, Walt Disney, Picasso o Howard Hughes también lo fueron. El problema surge cuando las excentricidades de una persona pasan por encima de los derechos de otras, o se internan en terrenos fangosos de dudosa moralidad y legalidad como la pedofilia.

Y lo más triste de todo ello, es que haya gente con tan poca capacidad de crítica como para no saber discernir una canción de la persona que la hizo. A mí me puede parecer que una persona es espantosamente antipática, y admirar su trabajo, o viceversa. Pero hay gente para la que ambas cosas van indefectiblemente unidas, y eso se llama prejuzgar a la gente. Y los prejuicios, tanto si son positivos como negativos, son una de las mayores lacras que puede arrastrar un pobre infeliz como un fan ciego que no ve más allá de sus narices, más allá del disco, más allá de la música de la que está enamoradísimo dejando de lado el juicio sereno sobre si las actuaciones personales del artista son morales o no.

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